Con el movil en la mano, aislado de la realidad, observado bebes de fecundas madres, frases inconexas, fotos de comida y de botellas, una fiesta a la que no pude asistir, viajeros, el dolor de cuello, la costosa factura del médico para arreglar la columna escribiéndose en el futuro. El daño psicológico no lo paga nadie.
Así es Facebook. Un mundo extraño, un planeta lleno de gente extraña, que envía mensajes privados en vista de todos a unos. Luego llegan la fotos de viajes. La envídia. Fotos y más fotos de todo tipo. Figuras esbeltas... solo mirar y no poder tocar. Publicidad, más publicidad. Espectativas y más espectativas. Entonces aparece el infame Like. Angustia.
Todos culpables. Sí, nos sentimos culpables de no hacer lo suficiente. Todos esos seres, aparentando hacer cosas maravillosas y nosotros, convertidos en muebles de nuestras propias casas, buscando aprobación y más aprobación en forma de Like.
No necesito Facebook.
Pero es dificil salir de ahí.
Al principio te pedirán que descargues tus datos para poder salir. Luego te cansarán con una falsa opción de desactivación. La opción de eliminación definitiva no será visible a simple vista.
Pero, tranquilo. Si algún día te sirve, esta es la ruta corta de salida:
Luego del proceso, puedes ir a la cama a dormir tranquilo y en paz. No te sigue nadie, ni nada. Mañana a conocer gente a la manera antigua. Siempre tenía que ser así.
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